martes, 10 de noviembre de 2009

pensamiento de julio cortazar

Según las palabras de nuestro querido Julio Cortázar, "un cuento es un relato en el que lo que interesa es una cierta tensión, una cierta capacidad de atrapar al lector y llevarlo de una manera que podemos calificar casi de fatal hacia una desembocadura, hacia un final." Este sitio no tiene más ambición que transmitir esa mágica sensación de andar en bicicleta.

Si bien los cuentos son nuestro objetivo principal, este sitio está abierto a otros géneros, porque entendemos que la literatura es un mundo que no merece trabas ni barreras. Quienes quieran compartir con nosotros además de cuentos otros géneros literarios como narraciones, ensayos, poesías, haikus, están cordialmente invitados a hacerlo.

Nuestra base de datos tiene actualmente más de 180.000 textos (no sólo cuentos) disponibles para ser leídos en línea y se divide en dos clases de escritores (a quienes cariñosamente llamamos cuenteros):

- Cuenteros Invitados, que son autores consagrados y por todos conocidos, como Mario Benedetti, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, entre otros.

- Cuenteros Locales, que son quienes participan en esta comunidad.

¡Te invitamos a hacerte miembro de esta comunidad e incorporar tus propios escritos a esta colección!
esta fue una de los cuentos mas destacados ya que en el se ve cosas muy magicas y increibles:


Catman
¿Quién miente ahora?

Es bien sabido que existen muchas clases de mentiras y que las mismas datan de épocas inmemoriales. Como también es sabido, que hay distintos tipos de mentirosos.
Está el que miente “piadosamente”, es decir: una mentira que pueda aliviar en cierto modo la pena de la persona a la que está dirigida.
Tenemos también al que miente para obtener beneficios propios en base a la misma, o quién lo hace para ocultar alguna “aventura” amorosa, etc.
Por supuesto, esto sólo es para citar algunos ejemplos.
El tipo de mentiroso al que voy a hacer referencia en ésta historia, es aquel que miente por el solo hecho de hacerlo, que se deleita con eso y se siente satisfecho si alguien cree en sus patrañas, es al que podría llamarse: un mentiroso compulsivo e incorregible.
Por aquel entonces, éramos un grupo de amigos que nos reuníamos casi siempre una vez por semana, para intercambiar ideas, comentar sobre deportes, cine, música, o cualquier cosa que nos saliera al paso en ese momento.
Ese día, un viernes, si es que no falla mi memoria, Héctor había comentado haber visto en un video tomado en el Teatro Bolshi de Moscú, el ballet “Spartacus” y que lo había conmovido profundamente, tanto el baile en si, como la extraordinaria música de su compositor: Aram Khachaturian.
Por supuesto, esto no era una mentira, solamente sirvió para comprobar, como de un tema puede pasarse a otro casi sin siquiera notarlo, ya que de la música, Héctor pasó a leer libros de historia, para conocer más sobre la vida de Espartaco.
Como ese, fueron varios los temas que se tocaron en tal oportunidad, pero sin lugar a dudas, todos estábamos ansiosos de que tomara la palabra Ernesto, a quién habíamos dado en llamar Pinocho (haciendo referencia al famoso libro de Collodi). Sólo que a “nuestro” Pinocho, no le crecía la nariz como al del cuento.
Como todo mentiroso que se precie de tal, antes de comenzar a hablar, aclaró su garganta y su rostro tomó un cierto aire de suficiencia, como para aseverar que lo que iba a “dignarse” a compartir con nosotros, no era otra cosa que la verdad y nada más que la verdad, como suele decirse en un juzgado.
Tres noches atrás, después de haber cenado y ver algo de televisión, siendo aproximadamente las once y treinta de la noche, se retiró a descansar.
La comida que había ingerido, estaba un tanto excedida de sal, por tal motivo, como a las dos de la mañana, se despertó algo sediento y decidió ir a la cocina con el propósito de beber un vaso de jugo o de lo que fuera, con tal de que se hallase bien frío.
Fue cuando al disponerse a abrir la puerta del refrigerador, que notó un resplandor de color verde brillante que iluminaba el lugar y comprobó que dicha luz provenía del jardín.
Picado por la curiosidad, salió para ver de que se trataba y tan grande fue su sorpresa cuando vio lo que se presentaba ante sus ojos, que quedó como paralizado, casi sin poder mover un solo músculo, de pié junto a una de las macetas que adornaban el lugar.
A unos escasos cinco metros de donde se encontraba, había una especie de nave de forma circular de color similar al del bronce.
Poseía una cúpula que giraba en sentido contrario a las agujas del reloj, con varias ventanillas que lanzaban esos destellos verdosos que había notado al intentar abrir la nevera.
Repentinamente, en la parte inferior del artefacto, se abrió una escotilla de forma triangular, por la que descendió un extraño ser que llevaba un traje de color plateado. Era sumamente delgado y poseía unos enormes ojos de color negro.
Dicho personaje, comenzó a hacerle señas para que se acercara y se introdujera dentro de la misteriosa nave.
Sin dudarlo un instante, volvió sobre sus pasos y a la carrera llegó a su dormitorio, metiéndose en la cama y tapándose íntegramente con las frazadas.
Temblando de pies a cabeza y tratando de no moverse demasiado, fue sorprendido por el amanecer.
Todo se hallaba como si nada hubiese sucedido, como si aquello que había visto no se tratase más que de una pesadilla. Con la única variante, que al dirigirse hacia el jardín, pudo ver que el césped se hallaba completamente chamuscado en un radio de unos doce metros, en el lugar donde había visto al extraño vehículo.
“Pinocho” concluyó su narración y nos miró a todos fijamente, para poder determinar que efecto había causado en nosotros el extraño relato.
Obviamente, comenzaron a reír de una manera casi convulsiva, pensando que seguramente, nuestro narrador se había extralimitado con semejante historia.
No pude entender porque, ya que sin ir más lejos, yo mismo había visto la noche anterior, una nave similar a la descripta, posada sobre el tejado de mi vivienda.


Tanto los nombres de los personajes, como la historia aquí narrada, son ficticios. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.


silvia nathalia plazas baron 11-02

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